Sindrome de Burnout

El síndrome de estar quemado en el trabajo

El burnout, también llamado síndrome de estar quemado en el trabajo, se caracteriza por ser un estado de agotamiento físico, emocional y mental que está relacionado con el ámbito laboral. Si no se aborda adecuadamente, y a tiempo, puede tener consecuencias muy negativas para la salud mental de una persona. Este síndrome fue descrito por primera vez por parte de Freudenberger en los años setenta y, desde entonces, ha sido un objeto de estudio de gran interés por parte de la Psicología.

En la actualidad, desde una perspectiva psicosocial, se ha conceptualizado como un síndrome formado por tres dimensiones que nos ayudan a explicarlo:

  • Agotamiento emocional. Esta dimensión se describe por las constantes quejas que tienen los trabajadores sobre la cantidad de labores pendientes y por la incapacidad para poder llevarlas a cabo de forma adecuada. Está caracterizado por la pérdida progresiva de energía, aumento del desgaste emocional y fatiga frente a las exigencias laborales.

  • Despersonalización: se suele desarrollar como respuesta al agotamiento emocional y hace referencia a una respuesta negativa, insensible o excesivamente apática frente al trabajo.

  • Baja realización personal en el trabajo. Es la disminución de la percepción de autoeficacia. La persona percibe una reducción de sus logros en el trabajo hasta el punto que los trabajadores llegan a desarrollar una consideración negativa de ellos mismos y de los demás. Puede haber tendencia a autoevaluarse de forma negativa y a sentimientos de haber perdido competencia en el ámbito profesional.

A la hora de identificar las causas del burnout, tenemos que prestar atención a las características del ámbito laboral: ¿hay poca o nula autonomía del trabajador para tomar decisiones sobre su trabajo?, ¿está sometido a altos niveles de estrés?, ¿la carga de trabajo es excesiva y no puede abordarla?,¿las relaciones con los compañeros y con los superiores son malas?, ¿tiene el trabajador la formación suficiente y necesaria para desempeñar las tareas que se le asignan?

Si respondemos afirmativamente a las primeras preguntas y negativamente a la última, tenemos que pararnos a pensar si es algo puntual en nuestro trabajo o, si por el contrario, se trata de una situación que se da de manera continua lo cual sería un factor de riesgo para el síndrome de burnout.

Otro de los factores de riesgo al que tenemos que prestar atención es una elevada autoexigencia, debido a que estas personas suelen sobrecargarse de trabajo para no decepcionar a los demás y para cumplir las expectativas que tienen de ellos, llegando a descuidarse a sí mismos.

Una vez que hemos atendido a una serie de indicadores que nos pueden hacer saltar las alarmas, sería importante que prestemos atención a una serie de síntomas que se relacionan con el síndrome de burnout:

  • Sentimientos de agotamiento, cansancio, fracaso e impotencia que surgen del ámbito laboral pero que pueden generalizarse a otras áreas de la vida de la persona.

  • Baja autoestima debido a la imposibilidad de abordar todas sus obligaciones y se acaban atribuyendo fracasos.

  • Estado permanente de estrés derivado del desajuste entre las demandas y capacidades físicas y mentales que tiene la persona para hacer frente a esas demandas. Cuanto más grande sea la diferencia entre las exigencias y la capacidad de la persona para afrontarlas, mayor nivel de estrés.

  • Algunos síntomas psicosomáticos como insomnio, dolor de cabeza, taquicardias.

  • Consecuencias a nivel emocional como un aumento de la irritabilidad con los demás, dificultades de concentración y tristeza.

  • Intentos de evitar estos síntomas desagradables no acudiendo al trabajo, lo cual puede derivar en absentismo o incluso, la baja laboral.

A la hora de prevenir estas consecuencias, un aspecto que se podría llevar a cabo por parte de la empresa es evaluar periódicamente las situaciones que generan estrés y la ansiedad en los trabajadores y adoptar medidas para intentar reducirlo. Esto en ocasiones resulta complicado, por lo que será conveniente disponer de una serie de herramientas que nos permitan abordar mejor estas situaciones estresantes:

  • Psicoeducación y autoconocimiento.

  • Aprender a adoptar una actitud asertiva

  • Modificar las expectativas que se tienen hacia el trabajo.

  • Establecer hábitos saludables.

  • Mejorar la autoestima.

Adquirir estas técnicas y estrategias puede ser muy complicado, sobre todo al principio, si no se cuenta con la ayuda de un psicólogo cualificado que nos enseñe cómo desarrollarlas y ponerlas en práctica de la forma más eficaz y eficiente posible, adaptándolas a nuestras necesidades personales. En Promente podemos ayudarte a abordar esta problemática adaptando las técnicas a cada situación particular para construir una vida laboral más satisfactoria.

Ainhoa Navarro Sánchez

Andrea Adrover Gómez