“Cuando recordar no pueda, ¿dónde mi recuerdo irá?.

DÍA MUNDIAL DEL ALZHEIMER

Somos recuerdos. Recordar, a veces, es volver a vivir, es como si nosotros mismos tuviéramos la posibilidad de volver a ese lugar y momento cuándo y cómo quisiéramos. Imaginad que esa capacidad y fortuna tan accesible, desaparece, poco a poco, e incluso sois conscientes de ir perdiendo la opción a la que antes tanto recurríais.

Hace casi tres décadas, en 1994, la Organización Mundial de la Salud (OMS) junto con Alzheimer’s Disease International (ADI), decidieron instaurar este día como una forma de promover hábitos saludables y de prevención de la enfermedad, así como para promover el conocimiento que hay sobre ella y dar visibilidad a las personas que la padecen, y a su entorno más cercano. Desde 2012, la ADI decidió que un día no era suficiente para poder dar la visibilidad necesaria a una enfermedad que sufren casi 50 millones de personas alrededor de todo el mundo, y septiembre es cada año el mes del Alzheimer.

Clínicamente se han descrito tres etapas por las que tanto el paciente como sus familias, pasan. Y es que reducir esta enfermedad al paciente sería muy injusto, ya que el proceso y avance de la enfermedad es visible casi de la misma forma en el paciente como en sus cuidadores más cercanos. En la primera etapa de la enfermedad, podemos destacar la pérdida de memoria episódica reciente, que se comprueba al interrogar sobre sucesos recientes como la comida de ese mismo día.

Un examen sistemático demuestra que también hay fallas de la atención-concentración, la memoria remota (sucesos históricos o biográficos) y memoria semántica (por ejemplo, al enumerar animales en 60 segundos). En esta primera etapa pueden existir trastornos del discurso como imprecisión o perseverancia en el contenido, faltas de coherencia, dificultades en la comprensión de discursos de cierta complejidad, y una discreta anomia que se confunde con la amnesia, es decir, son numerosas las palabras que el paciente desea decir, pero sufre el llamado “fenómeno en la punta de la lengua”, ya que no termina de recordarlas, encontrarlas y finalmente, evocarlas.

En esta etapa, el paciente es consciente de sus dificultades, y antes de formularse el diagnóstico el paciente comienza a cometer errores y es cuestionado por sus familiares y por él mismo. Frente a esas críticas algunos pacientes se angustian o deprimen. En la segunda etapa se agregan afasias y apraxia. Para hablar de afasia nos guiamos por los defectos de la expresión, como son una anomia evidente y especialmente parafasias tanto fonémicas como semánticas. La comprensión puede fallar desde la primera etapa por defectos de atención o memoria, pero de no ser así es en esta etapa cuando comenzarían esas dificultades para comprender un mensaje tanto por vía escrita como por vía auditiva.

Los primeros elementos del síndrome de Gerstmann suelen ser la acalculia (especialmente en la solución de problemas) y los trastornos de la escritura; a veces pobreza o incoherencia del discurso escrito, otras veces una agrafia lingüística que llega a ser totalmente ininteligible. Luego se agregan la desorientación derecha-izquierda y la agnosia digital. En esta etapa el problema de la familia es cuidar al paciente. Existe una demencia severa, pero el sujeto conserva la movilidad, por lo que existe gran riesgo de accidentes. A esto se agregan los trastornos conductuales que comienza a sufrir la personalidad del paciente. Por ello el paciente, ya en esta fase intermedia, requiere cuidado permanente. En la tercera y última etapa, la familia es la protagonista, pues se enfrenta a continuos retos que la enfermedad le pone.

La pérdida de la marcha en la tercera etapa se instala en forma insidiosa, generando alteraciones del tono muscular, como paratonía y luego rigidez. Junto a esto se pierde la agilidad, le cuesta entrar y salir de un vehículo y la marcha se hace insegura. Luego el paciente requiere ayuda para sus cuidados básicos como la alimentación e higiene, ya que paralelamente ha ido perdiendo el control de esfínteres. El lenguaje se reduce tanto en la vertiente expresiva como comprensiva, y es imposible interactuar mediante el habla con el paciente.

Hoy, 21 de septiembre, queremos mostrar desde Promente, nuestro apoyo tanto logopédico como psicológico a los pacientes y familiares que se encuentren en cualquier etapa de las antes mencionadas, ofreciendo nuestra escucha activa y empatía, así como aportando las herramientas necesarias para el caso personalizado, mermando las dificultades personales, familiares y sociales que la enfermedad conlleva. Hay enfermedades incurables, pero nunca habrá personas incurables, ¡déjanos ayudarte!.

 

Fuensanta Montoro Belando

Logopeda.